HISTORIA DEL ÁMBAR

ÁMBAR, FANTASÍA Y BELLEZA

El ámbar es de los pocos materiales de joyería aún no explotado comercialmente en el grado que corresponde a su potencial estético. El ámbar es una resina fósil de origen vegetal, no es una sustancia mineral ya que carece de estructura cristalográfica. Históricamente ha despertado fascinación a diversas civilizaciones por su peculiar belleza. Los arqueólogos han investigado las antiguas rutas comerciales del ámbar confirmando su importancia en el desarrollo del comercio.

PROPIEDADES Y BELLEZA
El ámbar fue la primera gema que utilizó el ser humano como objeto de adorno, culto y medicamento. Los hombres y mujeres de las tribus eslavas de la costa Sur del Báltico llevaban amuletos y ornamentos de ámbar hace 6.000 años. Los maestros de Babilonia y Siria, los guerreros de Pompeya y sobre todo el Imperio Romano popularizaron la fama de este material. Las propiedades conservadoras de la resina orgánica eran conocidas y apreciadas por los egipcios, que la utilizaban para momificar a sus muertos, mientras que los griegos la usaban para conservar el vino.

 

El ámbar se encuentra (en cantidades ínfimas) en todo el mundo. Pero los yacimientos importantes se reparten entre la región de Kaliningrado, Polonia, la zona sur del mar Báltico, República Dominicana y Méjico. Para su extracción, se excava la zona con ayuda de grandes máquinas, posteriormente se lleva a una planta lavadora donde, mediante chorros de agua, se separa el ámbar de la arena y se clasifica según la calidad y el tamaño.

El color y el grado de transparencia ayudan a diferenciar entre las diversas variedades del ámbar. Este color depende de las circunstancias en las que la resina sufrió los procesos de volatilación, oxidación y endurecimiento. La infinita variedad de colores (unos 250) obedece a la presencia de inclusiones biológicas dentro del ámbar. En tiempos de Nerón, el color de moda del ámbar era la variedad miel que recordaba el color de los cabellos de la mujer del emperador. En cambio, en la Edad Media, el color más apreciado era el blanco, al que se le atribuían grandes propiedades medicinales, redescubiertas últimamente por los adeptos a la medicina natural. Su dureza es superior a 2 en la escala de Mohs. Calentándola a 150 grados centígrados se ablanda, y se funde a más de 250 grados centígrados.

 

Su origen es aún una incógnita para el hombre. No se conoce con exactitud ni el árbol que lo originó ni la causa de exuberante producción de resina. Su origen es orgánico, como el de las perlas y el coral. Los elementos químicos presentes en el ámbar son: carbono, hidrógeno y oxígeno. Muchas sustancias tanto naturales como artificiales pueden imitar el ámbar. Es sumamente difícil, hoy en día, determinar si lo que tenemos en la mano es resina fosilizada u otro material pulido por la mano del hombre.

Entre lo materiales similares al ámbar que se encuentran en el mercado están el ámbar prensado, fabricado bajo una presión de 8.200 atmósferas, aprovechando las piezas pequeñas y los residuos del ámbar original; el copal, una resina subfósil entre la resina viscosa y el ámbar; el ambroid, resina sintética fundida con pequeños pedazos de ámbar natural, o el bernit, fabricado exclusivamente de resinas sintéticas, inyectado en moldes de diversas formas.

EN JOYERÍA Y ARQUELOGíA
La gran utilidad del ámbar en joyería se debe a dos factores: su elevado valor estético y la relativa facilidad de la talla. El público actual está muy sensibilizado ante los cambios que se someten a las gemas para mejorar su aspecto. En el caso del ámbar, las modificaciones consisten, sobre todo, en el tratamiento térmico. Este tratamiento no permite el uso del térmico “natural” para las gemas que han sido sometidas a tal procedimiento.

 

Muchos conocidos diseñadores de joyería se han dejado seducir por la magia, el juego de colores y la ligereza del ámbar, creando piezas únicas en las que este material se combina con el oro, brillantes, diamantes en bruto y otras piedras preciosas. La peculiaridad más conocida del ámbar, fuera del ámbito de la joyería, es de la conservación de plantas y animales, sobre todo de insectos, dentro de sí mismos, de forma tan perfecta, en sus tres dimensiones, cual si fuesen auténticas momias. Estas inclusiones poseen la ventaja de poder estudiar los órganos internos de mosquitos que vivieron hace millones de años, fotografiar los pulmones de las arañas, reconstruir fragmentos del código genético ADN - ¿recuerdan “Jurasic Park”? – ya que se conservan en mejores condiciones en el ámbar que en la piedra. No es ciencia ficción, sino una realidad tangible de laboratorio científico.

Los secretos conservados en ámbar son numerosos, de forma que estudiar el collar ámbar que adorna un cuello femenino es ir más allá de las modas de las diferentes épocas. Es descubrir la verdadera historia de muchas civilizaciones.


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